Papás, mamás y educadores/as, tenemos el reto y la responsabilidad de formar niños y niñas felices, y, para conseguir este objetivo, es necesario educarles con una base emocional sólida y estable. BELINDA les ayudará a iniciarse en el camino de la educación emocional.
Hoy os presento a BELINDA, un cuento que he escrito con la mayor de las ilusiones, y que ha ilustrado el maravilloso Juan Crossa (jcrossavega@gmail.com).
En una época en la que la nueva normalidad se tiñe de abrazos, besos y caricias en la distancia, tras la pandemia mundial generada por la Covid-19, la educación emocional se vuelve indispensable.
Belinda llega para enseñar a los niños y niñas a trabajar la conciencia emocional, el primer eslabón de la extraordinaria cadena de la inteligencia emocional. Identificar emociones y ponerles nombre, es el primer paso en la aceptación y reconocimiento de las emociones, y constituye la base de la autorregulación emocional.
Un cuento dedicado para niños y niñas de todas las edades, pero especialmente para aquellos cuya edad se comprende entre los 3 y 6 años, que quieran conocer otras emociones diferentes a las básicas, pero igualmente necesarias en su desarrollo como personas.
La protagonista de la historia es la única hormiga de color rosa que se conoce en el mundo, y que vivirá una serie de aventuras para encontrar comida y transportarla hasta el hormiguero, pasando por diferentes estados emocionales a medida que avanza la original trama del cuento.
A lo largo de la historia, la hormiga Belinda conocerá a una serie de personajes que ayudarán a Belinda a conseguir ese objetivo: el oso Perezoso, la mariquita Clementina y la abeja Zum.
En palabras de Juan Crossa, el ilustrador del cuento, "la construcción de los personales está concebida desde la idea de simplificar la naturaleza de los personajes para captar la atención de los niños y niñas. Las estructuras de los personajes parten de formas simples y geométricas, de la misma forma que los niños y niñas representan a través de estas formas la naturaleza. Por tanto, todas las ilustraciones parten de un carácter tierno, desenfadado e informal, que conecta con otros conceptos como son la creatividad y el juego”.
Al igual que le damos importancia al lenguaje y a las matemáticas, es vital que, desde bien pequeñitos, los niños y niñas aprendan a identificar sus emociones, a ponerles nombre, a entender que no existen emociones buenas ni malas, sino que todas ellas son completamente necesarias en su desarrollo como personas.
Es necesario educar en emociones desde la etapa de Infantil, para que aprendan a gestionarlas de forma adecuada y a prevenir muchos de los problemas que pueden producirse durante la adolescencia y la edad adulta.
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