Como gestionar las rabietas
Con la inocencia más graciosa,
que apaga el tono de la rosa,
con ese brillo que te vuelve un niño,
llegaste como si tal cosa.
que apaga el tono de la rosa,
con ese brillo que te vuelve un niño,
llegaste como si tal cosa.
Volver a ser un niño
-Enrique Urquijo-
Mamás y papás, hoy dedico esta entrada a hablaros sobre cómo gestionar las rabietas de vuestros pequeños.
No pretendo ofreceros técnicas milagrosas o claves para erradicarlas en dos semanas. Absurdo bulo. Gestionar adecuadamente una rabieta pasa primero por una fase de autocontrol de nuestros propios impulsos como progenitores, altas dosis de paciencia, transmitir seguridad y firmeza en el discurso, y un uso del lenguaje afectivo. Y eso no se consigue en el corto plazo. Por otro lado, cada niño es un mundo, se desarrolla de manera diferente y con unas necesidades concretas.
Lo primero que debemos comprender es que las rabietas son una fase normal y necesaria del desarrollo de los niños y niñas entre los 2 y los 5 años, por lo que ya podemos desterrar los sentimientos de culpa que nos invaden cuando nuestros pequeños angelitos montan en cólera en un momento determinado.
Algunas de las causas más frecuentes de las rabietas son las fisiológicas(sed, hambre, sueño, agotamiento…), incapacidad de comprender el punto de vista ajeno, y la mala adaptabilidad a los cambios.
Algunas de las causas más frecuentes de las rabietas son las fisiológicas(sed, hambre, sueño, agotamiento…), incapacidad de comprender el punto de vista ajeno, y la mala adaptabilidad a los cambios.
Algunos ejemplos de las rabietas más típicas…
“Es mío, mío y mío”
· “Pues así como te lo cuento, que Pepita me monta unas cada vez que la llevo al parque… que quiere todos los juguetes de los otros niños, y si no se los dejan patalea, grita y llora”.
· “El mío más de lo mismo, es imposible que comparta sus juguetes”.
· “Pues la mía berrinche diario cada vez que le quito algo que tiene entre manos”.-
· “El mío me montó una ayer en casa cuando le impedí que cogiera un objeto que entrañaba peligro…”
Aproximadamente entre los 2 y los 3 años pasan por la llamada etapa egocéntrica, caracterizada por la enorme dificultad para ponerse en el lugar del otro. No entienden la perspectiva de la otra persona ni empatizan con ella. Alrededor de los cinco años ya presentan mayor madurez y comprensión del mundo que les rodea.
Durante la etapa egocéntrica aparecen las rabietas. En esta fase todo es suyo, es la etapa del “mío, mío, es mío” y ándate con ojo de no desprenderle de su adorada posesión.
El juguete que un amiguito les deja durante un minuto, creen que les pertenece para siempre.
Durante la etapa egocéntrica aparecen las rabietas. En esta fase todo es suyo, es la etapa del “mío, mío, es mío” y ándate con ojo de no desprenderle de su adorada posesión.
El juguete que un amiguito les deja durante un minuto, creen que les pertenece para siempre.
"Hora de..."
“¡Hora de levantarse!”
“¡Hora de dormir!”
“¡Hora de comer!”
“¡Hora de ir a…”
“¡Hora de bañarse!”
Y un largo etcétera de “hora de…” con la mejor de las sonrisas y el tono más dulce, que ellos… te la montan igual.
Y ante esto… ¿qué puedo hacer?
1. PERMÍTELE QUE SE ENFADE
Nuestros pequeños necesitan comprender que la rabia es una emoción, al igual que la alegría o la tristeza, y que debe ser experimentada. Debemos permitirle que se enfade y que entienda que, en determinados momentos, es normal que se sienta así, ya que no siempre podemos concederle todo lo que quiere.
Si hacemos todo lo posible para que no se encolerice y terminamos por ceder ante sus caprichos, estaremos proporcionando un mensaje equivocado, ya que la vida no le va a dar todo lo que desea.
Hacerle ver que no siempre le vamos a conceder lo que quiere, fomenta la flexibilidad cognitiva, es decir, la capacidad para adaptarse a un cambio inesperado y tolerarlo mejor, promoviendo su capacidad de autorregulación conductual en un futuro.
Si hacemos todo lo posible para que no se encolerice y terminamos por ceder ante sus caprichos, estaremos proporcionando un mensaje equivocado, ya que la vida no le va a dar todo lo que desea.
Hacerle ver que no siempre le vamos a conceder lo que quiere, fomenta la flexibilidad cognitiva, es decir, la capacidad para adaptarse a un cambio inesperado y tolerarlo mejor, promoviendo su capacidad de autorregulación conductual en un futuro.
2.IDENTIFICAR LA EMOCIÓN
No existen emociones buenas ni malas. Todas son necesarias. La sociedad en la que vivimos premia la manifestación de las emociones más agradables y castiga aquellas que no lo son tanto, de modo que únicamente consideramos como moralmente aceptable experimentar emociones como la ternura, serenidad, alegría, entusiasmo, ilusión o gratitud, huyendo de otras como la ira, la culpa, el miedo, la soledad o la frustración.
La clave está en no negar las emociones potencialmente desagradables y saber gestionarlas de forma adecuada.
Si les enseñamos a negar las emociones desagradables, crearemos una coraza emocional en nuestros pequeños, permitiéndoles el lujo de convivir solamente con las emociones deseables por la sociedad, y estaremos creando personitas herméticas, lo cual podría acarrear consecuencias negativas muy difíciles de erradicar en el futuro, como complejos, sentimiento de culpa o vergüenza.
3. COMPRENDER LA EMOCIÓN Y EMPATIZAR CON ELLA
Ponte siempre físicamente a su altura, mírale a los ojos y centra su atención con el siguiente mensaje:
“Estás enfadado (identificación de la emoción). Mamá y papá también se enfadan a veces, no pasa nada si te sientes enfadado, pero no está bien hacerte daño a ti o a otras personas”
4. OFRECER UNA ALTERNATIVA A LA MALA CONDUCTA
Dependerá de cada caso concreto:
- Buscar una solución que beneficie a ambos: Si manifiesta una rabieta porque no quiere dejar de jugar y acompañarte a hacer un recado urgente, podemos decirle “puedes llevar alguno de tus juguetes y jugar en el coche”, en lugar de alzar la voz y obligarle de malos modos a acompañarte “porque sí, porque lo digo yo y punto”. Una disciplina inadecuada acentúa aún más las rabietas.
- En lugares públicos… Si se encoleriza en un lugar público es conveniente sacarle de la situación lo antes posible, y cuando esté más calmado explicarle con un mensaje breve y positivo lo que esperamos de su comportamiento en el futuro.
- Desviar la atención. Esta técnica suele dar buenos resultados. Si conocemos cuáles son sus centros de interés (los coches, las muñecas, las manualidades, la naturaleza…) podremos utilizarlos para prevenir una pérdida de control del comportamiento, trasladando su atención a algo que le guste sin focalizar en el motivo de la rabieta.
- Anticiparle los cambios. Los niños pequeños suelen presentar mala adaptabilidad a los cambios, y ante ello, responden enfadados. Si le anticipamos lo que viene a continuación o las actividades que vamos a realizar durante el día, conseguiremos que su comportamiento sea más estable y normalizado.
- Mensajes visuales. La mayoría de los pictogramas funcionan a las mil maravillas con cualquier niño pequeño. Puede que nuestros mensajes verbales no los comprendan al cien por cien, pero aquí cobra todo el sentido lo de “una imagen vale más que mil palabras”.
En la habitación de mi hijo tengo en la pared algo parecido a esto, con nuestras caritas, y a él le encanta, lo comprende perfectamente. Cuando realiza alguna conducta inadecuada le llevamos a la habitación y le enseñamos cuál es la alternativa correcta a su comportamiento para que la visualice y la realice.
- Utilizar siempre tono de voz bajo, pausado y calmado, o retirar la atención hasta que detectemos calma. Si entra en cólera porque quiere mirar un cuento en lugar de sentarse a cenar, podremos “bajar” a su altura, mirarle a los ojos y expresar con firmeza “estás enfadado y lo entiendo, porque quieres mirar un cuento. Ahora es el momento de cenar. Primero cenaremos y después vamos a leer juntos los dos libros que más te gusten”
Es decir:
- Identificación de la emoción: “estás enfadado”.
- Comprensión y empatía: “lo entiendo”
- Alternativa: “Primero cenaremos y después vamos a leer juntos los dos libros que más te gusten”
- Refuerzo positivo: besarle y decirle lo contentos que estamos en cuanto se siente a cenar.
Retirar la atención no significa dejar solo al niño en una habitación, quiere decir ignorar completamente la conducta inadecuada. Ignorar la conducta significa no mirarle, no hablarle ni intentar razonar con él, no realizar comentarios en voz baja, ni gestos o expresiones faciales que denoten nuestro disgusto. Ignorar significa hacer caso omiso al comportamiento que queremos extinguir, pero, desde mi punto de vista, estando físicamente presentes.
Me gustaría incidir en este último punto. Con respecto a la retirada de atención ante una rabieta hay diversas opiniones. Personalmente, no estoy de acuerdo con la teoría de abandonar por unos instantes al niño, dejarle solito o lo que es peor, encerrarle hasta que se le pase, y si es en un cuarto con la luz apagada, mejor, que así el impacto será de mayor envergadura y seguramente se le quitarán las ganas de volver a encolerizarse. A veces me pregunto… ¿en qué estamos pensando para hacer eso? Seguramente en estos casos, la mamá y el papá terminarán mucho más desconsolados que el propio niño y con multitud de inseguridades sobre si están actuando del modo correcto, culpabilizándose por la situación.
Cierto que un padre y una madre son quienes mejor conocen a su hijo o hija para aplicar la técnica que más rápidamente haga volver a la calma al pequeño, pero lo que sí doy por seguro es que un niño necesita no sentirse abandonado, en ninguna circunstancia, sea cual sea su comportamiento, y sobre todo, recibir un mensaje por parte de sus padres que demuestre firmeza y afecto. Otra cosa bien distinta es en qué momento es adecuado manifestar ese afecto. A ello me refiero en el siguiente punto:
5. REFORZAR POSITIVAMENTE LA PRIMERA CONDUCTA POSITIVA TRAS LA RABIETA
Es importantísimo alabar o premiar el primer acercamiento a una conducta de éxito tras una rabieta. Cuando tratemos de extinguir una conducta inadecuada, no podemos olvidarnos de reforzar la primera conducta adaptada que manifieste, aunque no sea perfecta. Un simple acercamiento a la misma bastará para felicitarle. Intentemos huir de refuerzos materiales y otorguemos refuerzos sociales, como besos, caricias, abrazos, o un “¡muy bien, cariño!” le hará sentirse seguro y feliz.
Podemos utilizar una estrategia mnemotécnica en forma de acrónimo que no resulta difícil de recordar y que resume todo lo expuesto anteriormente, estrategia que he autodenominado “ICAR”:
-Identificar la emoción
-Comprenderla
-Alternativa a la conducta
-Reforzar la primera conducta positiva que manifieste.
Constancia, no ceder y uso de tono de voz siempre calmado, sin gritos, son las tres claves principales.
En el próximo post os enseñaré más recursos útiles para trabajar las rabietas en casa.
La aplicación de los cuatro pasos de esta técnica serviría también para evitar los castigos, pero de ello hablaremos más adelante.
Espero que os haya resultado útil.
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Sed felices!!
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